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La presencia constante de Chicho Ibáñez Serrador
durante la grabación de «Un, dos, tres...»
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CHICHO, DIRECTOR DE ACTORES

  

Descendiente de familia de actores y cómicos, Narciso Ibáñez Serrador era, ante todo, un amante del teatro y de la interpretación, lo que le convirtió con el tiempo en un excelente director de actores, cualidad que destacaban todos los humoristas y cómicos que trabajaron a sus órdenes en «Un, dos, tres...».

 

Un buen director no suele mostrar sus preferencias por un determinado actor u otro, pero seguramente Chicho sentía predilección por el veterano Valentín Tornos, a quien convirtió en “don Cicuta” al final de su carrera, granjeándole una popularidad que el resto de papeles secundarios que había desarrollado en su vida artística no le habían proporcionado.

 

«Un, dos, tres... responda otra vez» - 1972

  

 

Su veteranía y su delicado estado de salud provocaban que Chicho le tratara con especial delicadeza, sobretodo en los dos programas de la segunda etapa de «Un, dos, tres... responda otra vez» en los que pudo intervenir, ya sentado en su silla de ruedas. El enorme cariño que Ibáñez Serrador sentía por Valentín Tornos quedó demostrado cuando decidió hacerse cargo de los gastos de su sepelio.

 

«Un, dos, tres... responda otra vez» - 1976

  

 

Otro actor con el que Chicho tenía una excelente relación era Roberto Mosca, ya presente en la primera etapa de «Un, dos, tres... responda otra vez», en la que hacía diversos papeles cómicos en la subasta. La confianza que tenía en él motivó que fuera nombrado director artístico en las etapas de los años noventa, y que regresara en 2004 a «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!», en el papel de “Dimitry Moskarov”.

  

«Un, dos, tres... responda otra vez» - 1972

  

 

Las actrices que más y mejor supieron aprovechar la sabiduría televisiva de Ibáñez Serrador fueron “Las hermanas Hurtado”, que consiguieron perdurar catorce años en «Un, dos, tres...» gracias a que supieron adaptarse perfectamente a la disciplina y ritmo de trabajo de su director. Por ello, no es de extrañar que Chicho las considerara prácticamente imprescindibles en el programa.

 

«Un, dos, tres...» - 1982

 

 

La relación entre “Las Hurtado” y Chicho sobrepasaba lo meramente profesional y entroncaba en sentimientos realmente personales. Tan es así, que Ibáñez Serrador sufrió bastante cuando Paloma Hurtado tuvo el accidente que la obligó a estar alejada de las pantallas unos meses; iba a visitarla al hospital y, sabedor de que volver al trabajo y encontrarse con el cariño del equipo del «Un, dos, tres...» le ayudaría anímicamente, fue quien le insistió para reincorporarse recibiéndola en el plató con una enorme ternura.

 

«Un, dos, tres...» - 1994

 

 

Dado que trabajaron muchos años juntos, Chicho y Raúl Sénder también mantenían una excelente relación profesional y personal, hasta el punto de que cuando Raúl manifestó que abandonaba «Un, dos, tres...» por motivos publicitarios, Chicho le despidió cariñosamente y le invitó a regresar cuando quisiera, ya que siempre tendría las puertas del programa abiertas; y así fue, ya que Raúl regresó meses más tarde y permaneció ligado al concurso durante muchos años.

 

«Un, dos, tres...» - 1984

 

 

Otra de las actrices que fueron especialmente mimadas por Chicho fue Fedra Lorente, “la Bombi”. Para ella le diseñó un personaje perfectamente a media, con una dosificada mezcla de sensualidad e ingenuidad. Su éxito fue tal que a Fedra le llovían las ofertas para hacer galas por toda España, por lo que siempre estuvo muy agradecida a Ibáñez Serrador por la oportunidad que le dio.

 

«Un, dos, tres...» - 1987

 

 

Con el veterano Lázaro Escarceller, el “abuelo Bachs” de la novena etapa (1993-1994), Narciso Ibáñez Serrador también tuvo una relación muy especial; aunque sus intervenciones eran muy cortas y sencillas, pasaba mucho tiempo con él, dado que compartían la afición por los buenos puros habanos.

 

«Un, dos, tres...» - 1987

 

  

 

 

ESPECIALMENTE ATENTO CON EL CUERPO DE BAILE

    

En más de una ocasión, Narciso Ibáñez Serrador ha declarado que lo que más le divertía de hacer «Un, dos, tres...» eran los números musicales; no es de extrañar, por tanto, que fuera especialmente cuidadoso en su preparación y grabación.

 

Obviamente, el gran peso de los números musicales recaía sobre las azafatas, que los protagonizaban, bien fuera en solitario o en grupo, pero Chicho, obviamente, también sabía reconocer la labor e importancia de todos los miembros del cuerpo de baile. No es de extrañar que todos los que fueron bailarines y bailarinas de «Un, dos, tres...» tengan un grato recuerdo de haber trabajado a las órdenes de Chicho.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004

Un grupo de bailarinas de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» posan junto a Chicho

 

 

Es más, en alguna ocasión, chicos del ballet protagonizaron algún número musical o sketch cómico.

 

«Un, dos, tres...» - 1994

En esta divertida imagen, vemos a Chicho realizar un
paso de baile junto a los bailarines Sebastián y Dani

  

  

 

 

EL MEJOR DIRECTOR Y REALIZADOR

  

Chicho tenía fama de ser muy estricto y duro durante las grabaciones de «Un, dos, tres...», pero era la única manera de mantener la disciplina en un equipo tan amplio y conseguir que las grabaciones se desarrollaran de forma satisfactoria.

 

Finalizados los rodajes y una vez desaparecida la tensión del trabajo, Chicho se mostraba cercano y familiar con su equipo y todos conservan muy buenos recuerdos de haber trabajado a sus órdenes.

 

«Un, dos, tres...» - 1992

Chicho se sentía especialmente orgulloso de su equipo, a quien dirigía con férrea disciplina

 

 

Chicho, además, solía tener detalles personales con ellos con motivo de fechas especiales como la Navidad o con ocasión de momentos importantes para ellos, como podía ser el nacimiento de algún hijo.

 

  

 

 

PENDIENTE DE CADA DETALLE

  

En «Un, dos, tres...» cada detalle, en definitiva, era supervisado por Narciso Ibáñez Serrador, que apenas delegaba ninguna tarea, al sentirse responsable máximo, como director y realizador del concurso.

 

«Un, dos, tres...» - 1983

  

 

Como anécdota podemos contar que en una ocasión, por mover un piano del decorado y no esperarse a que lo hicieran los maquinistas, se provocó una hernia de la que tuvo que operarse.

 

 

 

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