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La presencia constante de Chicho Ibáñez Serrador
durante la grabación de «Un, dos, tres...»
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Aunque el lugar natural de un director y realizador de programas de televisión es el control de realización, donde obviamente, Narciso Ibáñez Serrador pasaba mucho tiempo durante las grabaciones de «Un, dos, tres...», la presencia de Chicho en el plató durante las maratonianas jornadas de rodaje era constante, cuya figura era habitual ver en el estudio dando instrucciones a presentadores, azafatas y humoristas, además de intervenir a través de los altavoces desde la cabina de control.

 

Narciso Ibáñez Serrador - «Un, dos, tres...» (1992)

 

 

Desde luego, su presencia en el plató era constante durante la jornada en que se grababan los números musicales y las actuaciones que se desarrollaban en el decorado. Esas grabaciones se hacían sin público en el estudio, lo que favorecía que se pudieran repetir las tomas todas las veces que hiciera falta. Desde el plató, a Chicho le era más fácil poder dar las instrucciones oportunas para que azafatas, actores y personal de figuración supieran perfectamente su posición en el decorado y lo que debían hacer en cada momento.

 

Narciso Ibáñez Serrador - «Un, dos, tres...» (1987)

 

 

Pero Chicho también bajaba frecuentemente al plató durante la segunda jornada de grabación, ya con público y con los concursantes. No quería que ningún detalle quedara al azar y controlaba personalmente que cada cosa estuviera en su sitio para que el programa se realizara con la mayor perfección posible.

 

«Un, dos, tres...» - 1982

 

  

 

 

PERMANENTE CONTACTO CON LOS PRESENTADORES

  

Chicho Ibáñez Serrador sabía que sobre la persona del presentador recaía la gran responsabilidad de que el desarrollo de la grabación llegara a buen puerto, ya que la presencia de éste en pantalla era permanente, y debía saberse el guión de todo el programa, así como saber actuar ante las reacciones imprevisibles de los concursantes. Así, las charlas con los que fueron conductores del concurso a lo largo de la historia eran constantes, dándoles constantes instrucciones y pautas de desarrollo.

 

Con Kiko Ledgard, Chicho tuvo la ventaja de que el presentador peruano conocía a la perfección la mecánica del concurso, sobretodo la subasta, ya que en su país natal había conducido magistralmente «Haga negocio con Kiko» y sabía moverse perfectamente en este género de concurso. De este modo, la comunicación entre ellos era perfectamente fluida y fructífera.

 

«Un, dos, tres... responda otra vez» - 1977

 

 

La elección de Mayra Gómez Kemp como sucesora de Kiko fue una apuesta personal de Narciso Ibáñez Serrador; era la primera vez que una mujer iba a ponerse al frente de un concurso de esta envergadura, lo cual no terminaba de ser bien comprendido por quienes dirigían TVE en aquella época, pero tratándose de Chicho le dieron un voto de confianza. Para evitar cualquier margen de error, Chicho se reunía frecuentemente con Mayra para darle las pautas oportunas para presentar con éxito el «Un, dos, tres...»; no fue necesario insistir mucho; Mayra captó enseguida la mecánica del concurso y lo hizo propio, convirtiéndose en la presentadora más emblemática, recordada y querida por los espectadores.

 

«Un, dos, tres...» - 1983

 

 

Eran tan frecuentes y numerosas las charlas e intercambios de opinión entre Mayra y Chicho, que entre ellos se creó una especie de telepatía, en la que bastaba que se miraran a los ojos o se hiciera cualquier insinuación, para que ambos supieran lo que pensaba cada uno.

 

«Un, dos, tres...» - 1986

 

 

Jordi Estadella y Miriam Díaz-Aroca también recibieron la adecuada y necesaria atención que un buen director debe prestar a los presentadores de su programa.

 

Con Jordi entabló una sincera y gran amistad motivada por los múltiples intereses que tenían en común, aunque durante las grabaciones se llamaban de usted.

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

De Miriam quiso exprimir todo su potencial como showwoman, sacando lo mejor de ella en los números musicales en los que participaba, y dejándole que transmitiera a través de la pantalla su jovialidad, pero conteniéndola para que no resultara demasiado excéntrica.

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

Con ambos se divertía durante las grabaciones, ya que Miriam aportaba una frescura que contagiaba a todos.

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

Josep María Bachs fue, quizás, el presentador que más dificultad encontró para coger el ritmo del programa. Las constantes interrupciones durante el desarrollo del concurso a las que se veía sometidos por diversos personajes cómicos del programa, complicaban que pudiera concentrarse plenamente en la conducción. Chicho, que fue consciente de eso, trató de volcarse en dirigirle y orientarle adecuadamente, y era habitual verle en el plató dándole las pautas oportunas.

 

«Un, dos, tres...» - 1994

 

 

Luis Roderas fue el único presentador que utilizó pinganillo, a través del cual Chicho le daba las instrucciones oportunas; los anteriores presentadores no conocieron esta tecnología y Chicho se comunicaba con ellos a través de un teléfono que tenían escondido debajo de la mesa de la subasta. Luis, a diferencia de los anteriores presentadores, había crecido con «Un, dos, tres...» y tenía el sueño, cumplido finalmente, de presentarlo. A su favor tenía la juventud y la ilusión, y su incomparable capacidad de improvisación y de ganarse al público en directo, y en contra que era demasiado entusiasta, impulsivo y nervioso a veces, lo cual fue corregido gradualmente por Ibáñez Serrador, quien realizó una magnífica labor de dirección con el presentador maño.

 

Fue también el presentador varón más joven que se puso al frente de «Un, dos, tres...», lo cual motivó que entre él y las azafatas se creara una relación de amistad y compañerismo muy fuerte, que ayudó a generar muy buen ambiente durante las grabaciones, de lo cual se contagió también Ibáñez Serrador desde el principio.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004

 

 

Que Chicho confiaba en Luis Roderas plenamente es algo que demostró desde que pensó en él para presentar la nueva etapa del «Un, dos, tres...»; apostó por él y lo impuso frente a la Dirección de TVE, que hubiera preferido contar con otro rostro más conocido de la Casa, y siempre habló muy bien de él en las ruedas de prensa y promociones.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004

Luis Roderas baja la cabeza abrumado por las palabras
de presentación que le dedica Chicho Ibáñez Serrador

 

  

 

 

LAS AZAFATAS, EL OJITO DERECHO DE CHICHO

  

El grupo de azafatas era el que más atención recibía por parte de Narciso Ibáñez Serrador, ya que confiaba plenamente en sus capacidades y quería que su intervención no fuera meramente decorativa, sino que tuvieran un protagonismo especial junto al presentador. Todas eran jóvenes y la mayoría inexpertas en televisión, por lo que Chicho se volcaba con ellas dirigiéndolas y aconsejándolas, por lo que a su lado las secretarias aprendían mucho sobre televisión.

 

«Un, dos, tres... responda otra vez» - 1972

 

 

Pero a la vez que con ellas era cariñoso y atento, y la mayor parte del tiempo bromeaba con ellas, también eran las destinatarias de las mayores broncas del director; en más de una ocasión, recibían sus gritos, que dejaban el plató sumido en un tenso silencio.

 

«Un, dos, tres... responda otra vez» - 1972

 

 

Chicho siempre quería lo mejor para las azafatas de su programa, y sabía que algunas de ellas, tarde o temprano, acabarían dejando el programa como consecuencia de haber sido contratadas como actrices, presentadoras o cantantes. Decirles adiós era producía tristeza, pero a la vez alegría por el éxito y por el hecho de que el «Un, dos, tres...» les sirviera de trampolín.

 

«Un, dos, tres... responda otra vez» - 1977

 

 

En alguna ocasión, durante la grabación los momentos de enfado y tensión de Chicho se elevaban y llegaban a producirse situaciones irremediables y dramáticas; fue el caso, por ejemplo, de uno de los primeros programas de la tercera etapa, durante la grabación del cual Kim Marias hizo que Chicho perdiera toda su paciencia, terminando la escena con la expulsión de la chica del programa.

 

«Un, dos, tres...» - 1982

 

 

Con la llegada de las azafatas de la segunda parte de la tercera etapa de «Un, dos, tres...» (1983-1984), Chicho se esmeró en la dirección de las nuevas chicas, ya que no sólo tenía que estar pendientes de que realizaran bien su labor como secretarias, ejerciendo las funciones que habitualmente habían realizado sus antecesoras, sino que tenía que dirigirlas en los números musicales, siempre bajo la supervisión del coreógrafo.

 

«Un, dos, tres...» - 1983

 

 

Con las azafatas de la cuarta etapa (1984-1985) Chicho dio un paso más y las puso a cantar con su propia voz en los números musicales, ya que las anteriores utilizaban playback.

 

«Un, dos, tres...» - 1985

 

 

En la quinta etapa las labores de dirección se centraron fundamentalmente en la nueva chica que se incorporaba al quinteto: Nuria Carreras. Aunque ella había declarado desde el principio que su futuro profesional no iba a estar ligado al mundo del espectáculo, Chicho no escatimó consejos y directrices hacia ella porque sabía que tenía madera y gancho televisivo.

 

«Un, dos, tres...» - 1986

 

 

Una de las azafatas que más trabajo le costó fichar fue Nina. Tuvo que asistir dos veces como artista invitada antes de convencerla para incorporarse al equipo de azafatas de la sexta etapa de «Un, dos, tres...» (1987). Una vez en el programa, Chicho quiso aprovechar al máximo su talento innato para la canción, y le enseñó a moverse dentro del plató y mirar a cámara, para que sus actuaciones fueran perfectas.

 

«Un, dos, tres...» - 1987

 

 

A diferencia de las etapas anteriores, en las que siempre había alguna chica que repetía como azafata, lo cual facilitaba las labores de dirección de Ibáñez Serrador, las azafatas de la séptima etapa (1991-1992) eran todas nuevas; costó encontrar chicas que supieran bailar y cantar, pero finalmente pudo configurar un sexteto de talentosas jóvenes que enseguida demostraron que estaban a la altura de las exigencias del “jefe”.

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

Antes de comenzar la grabación de la octava etapa de «Un, dos, tres...» (1992-1993), Chicho hizo que tres azafatas (una veterana, Carolina, y otras dos debutantes, Alejandra y Mayte). Con ellas rodó en Tailandia las imágenes que se proyectarían en dos programas que estuvieron dedicado a este precioso país asiático; durante el tiempo que anduvieron por Tailandia, las tres azafatas tuvieron ocasión de convivir con Chicho y aprender de él sabios consejos para moverse con soltura delante de una cámara.

 

«Un, dos, tres...» - 1992

 

 

Al finalizar esta octava etapa, María Abradelo anunció que abandonaba el programa para embarcarse en una nueva aventura televisiva: Telecinco la había fichado para presentar un programa de karaoke. María agradeció a Chicho los dos años que había trabajado bajo su dirección, aprendiendo de televisión.

 

«Un, dos, tres...» - 1993

 

 

Como la mayoría de las azafatas de la novena etapa (1993-1994) procedían de la etapa anterior, entre ellas y Chicho Ibáñez Serrador existía una enorme complicidad y relación, y era habitual que el director bajara al plató y bromeara con ellas.

 

«Un, dos, tres...» - 1994

 

 

A pesar de que Chicho ya tenía sesenta y nueve años cuando dirigió «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!», no escatimó esfuerzos en dirigir a las azafatas del programa, con quienes se volcaba especialmente para dirigirlas, especialmente en los números musicales.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004

 

 

Un momento especialmente tenso se produjo en la grabación del espacio del juego del disfraz en el primer programa de última etapa, que desembocó en que Chicho terminara expulsando a Magda del equipo de azafatas.

 

 

 

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