KIKO LEDGARD ERA UN
GRAN ANIMADOR DEL PÚBLICO
Kiko Ledgard era un
gran animador del público y cuando se cortaba la grabación procuraba
animar al público contando anécdotas e, incluso, haciendo piruetas que
divertían mucho a todos los que acudían al plató a presenciar la
grabación.
MAYRA TENÍA UNA EXCELENTE MEMORIA, PERO...
Por todos es conocido que
Mayra Gómez Kemp
tenía una memoria prodigiosa. Siendo presentadora, era capaz de
aprenderse sus ochenta folios de texto y, además, la parte de todos los
demás; esto llegaba a ser muy útil durante las grabaciones, porque
algunos cómicos solían olvidar su texto y Mayra les echaba un capotazo,
ya que se sabía exactamente lo que debía decir el humorista en cuestión.
Bigote Arrocet
era uno de los más olvidadizos; Mayra sabía perfectamente que cuando
empezaba a desvariar y a llamarla
“Mayrucha”
era porque se le había ido la letra; entonces, Mayra, sin que casi se
notara, le volvía a dar el pie y Bigote retomaba su texto.

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Pero en una ocasión,
siendo todavía actriz de la subasta en la segunda etapa del programa,
Mayra acudía
a la mesa de
Kiko Ledgard
acompañada de
Luis Lorenzo.
Ella hacía de maharaní de Capurtala; la conversación con Kiko se va
desarrollando con total normalidad hasta que llega un momento en que
Luis Lorenzo y el presentador se confunden y olvidan su texto; Mayra,
muy dispuesta, dijo su parte, la de Kiko y la de Luis... hasta que
Chicho se vio obligado a cortar porque había partes del texto que no
quedaban bien si las decía el personaje de Mayra.
Pero a pesar de esta
estupenda memoria, en dos ocasiones a Mayra se le fue el texto. Una fue
precisamente con el actor al que aludíamos anteriormente,
Luis Lorenzo, a
quien le une una gran amistad. Y la segunda fue con su marido,
Alberto Berco, una
de las veces que acudió al programa a hacer el personaje del inglés.
PALOMA HURTADO TOCÓ LA CAMPANA ANTES DE TIEMPO
En una ocasión se les preguntaba a los
concursantes por plagas famosas que hubieran ocurrido en la historia. El
concursante contestó plaga de ballenas; Paloma Hurtado, muy
diligente, y sin que nadie le hubiera dado ninguna orden, tocó la
campana por su cuenta. Chicho, muy enfadado, le preguntó por megafonía
que por qué había hecho eso. Paloma, muy segura de sí misma, contestó
que jamás había existido ninguna plaga de ballenas... pero lo cierto es
que sí había habido tal plaga. La bronca de Chicho aún se recuerda, y
desde entonces, Paloma nunca tocó la campana sin que se le indicara
cuándo hacerlo.
UN MAL COMIENZO
La grabación del primer
programa de la cuarta etapa de «Un, dos,
tres...» no se desarrolló todo lo bien que
a todos, y especialmente a Chicho,
le hubiera gustado.
El plató era distinto al
utilizado en la anterior etapa y fallaron algunos aspectos técnicos.
Cuando Mayra hizo aparición en la pista del circo que servía
de escenario a aquel primer programa y comenzó a hablar, hubo que cortar
enseguida porque el micrófono se acoplaba. Cuando parecía que se
había solucionado el problema, realmente no era así; los micrófonos
seguían haciendo de las suyas e impedían escuchar con nitidez a Mayra, a
las azafatas y a “Eugenia
Enchufols”.
Tras grabar la presentación, que duró más de lo que
en condiciones normales habría sido lo deseable, Chicho bajó al plató
muy enfadado, para intentar dar solución a aquel problema. De lo
contrario, no se podría grabar la tanda de preguntas, ya que aquí no se
podía hacer ninguna interrupción, ya que daría ventaja a los
concursantes, que tendrían más tiempo de pensar sus respuestas.
La situación de tensión que se vivía en el plató era
aun mayor si cabe, ya que el estudio estaba lleno de periodistas y
reporteros gráficos cubriendo la noticia de la vuelta de «Un, dos,
tres...» a las pantallas. Los periodistas, ávidos de explicaciones, al
ver a Chicho por el plató le preguntaban: “Pero es que en seis meses de
preparación del programa ¿no ha habido tiempo de prever estos fallos?”.
Y Chicho contestaba que esos seis meses habían sido para preparar guiones y
asuntos artísticos, no técnicos.
Suponemos que al final se arreglaría todo y pudo
llevarse a efecto la grabación, o se aplazaría la misma hasta la jornada
siguiente para poder solucionar todos los problemas técnicos.
ACOMPAÑADA POR ALBERTO BERCO
EN TODAS LAS GRABACIONES
Infinitamente enamorados,
Mayra Gómez Kemp
y
Alberto Berco
pactaron al casarse que, para evitar pasar largas
temporadas separados por motivos de trabajo, se quedaría en casa sin
trabajar aquel de los dos a quienes le ofrecieran peores contratos.
Alberto, muy inteligente, supo darse cuenta de que Mayra tenía una
prometedora carrera y que él debía pasar a un segundo plano. Así lo hizo
y creemos que no se equivocó.
Pero
siempre acompañaba a Mayra en las grabaciones del «Un, dos, tres...»,
preocupándose por ella y de que nunca le faltara nada que pudiera
necesitar.
SIN PODER SENTARSE PARA
EVITAR ARRUGAS EN EL TRAJE
Si a cualquier
persona se le hacía muy pesada una grabación del «Un, dos,
tres...», en el caso de
Mayra
Gómez Kemp la cosa se endurecía
aun más, ya que para evitar que su traje se arrugara debía
aguantar de pie todo el tiempo que la grabación se alargara, y
eso podía suponer bastantes horas.
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FALLOS EN LA TÉCNICA
Cuando
Mayra Gómez Kemp
se dirigía al público en el plató antes de empezar a grabar siempre les
decía que debían ser pacientes, porque el programa, que desde casa se
veía en noventa o cien minutos, se tardaba en grabar muchísimo tiempo
más, ya que podían fallar muchas personas (la presentadora, las
azafatas, los humoristas...) o podía haber fallos técnicos (un foco que
se funda, una cámara que no grabe, un marcador que no señalice las
pesetas ganadas, etc.), e ironizaba diciendo que el único que no se
equivocaba era
Chicho Ibáñez Serrador.

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Los fallos técnicos podían producirse
y, de hecho, se producían;
a Mayra le están arreglando la petaca de su micrófono inalámbrico |
Antes de que existieran los micrófonos de solapa
inalámbricos, los cómicos o invitados que se acercaban a la mesa de la
subasta no portaban micrófono por lo que su voz era captada por el
micrófono de jirafa, que con frecuencia fallaba, por lo que había que
repetir la entrada del humorista o invitado en cuestión.
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